Lectura: Romanos 12:1-8

Se cuenta una fábula de un grupo de animales decidió mejorar su bienestar general, iniciando una escuela.  El plan de estudios incluía natación, carreras en pista y campo, escalada de árboles y rocas y para terminar vuelo.   El pato, era un excelente nadador, pero era deficiente en otras áreas, por lo que se especializó en la escalada y el vuelo, lo que ocasionó que perdiera mucha de su habilidad en el nado.  El conejo, el cual era un corredor superior, se vio obligado a pasar tanto tiempo en otras clases que pronto perdió en gran parte su famosa velocidad.  La ardilla, que había sido calificada como una «A» o un 100 como escaladora, pronto reprobó en su escalada, debido a que sus instructores pasaban horas tratando de enseñarle a volar.  Y el águila ya no pudo subir sobre las copas de los árboles, ya que tuvo que aprender a nadar.

Lo que pasó con este grupo de animales, retrata perfectamente lo que ocurre a menudo en nuestras iglesias.  En Romanos 12:1-8 se nos enseña que a todos se nos han dado ciertos dones.  Sin embargo algunos de nosotros estamos sirviendo en tantas áreas, lo cual provoca,  que en ninguna en realidad, lo estemos haciendo bien. Como resultado, toda la iglesia sufre.

Si Dios te hizo apto para enseñar, sé un maestro. Estudia con diligencia y has tu mejor esfuerzo para comunicar tus ideas bien.  Si Él te ha dado el don de la misericordia, sirve con alegría y no esperes que otros hagan lo que haces. Acepta sus dones espirituales. Cultiva tus capacidades. Deja de compararte. Disfruta el ser tú.

1. ¡Sí, debes utilizar los dones que tienes!

2. Haz todo lo que puedas, donde estés, para quién está a tu lado.

NPD/RDH