Lectura: Salmos 100:1-5

Para los que hemos tenido la oportunidad de estar al frente en una reunión de la iglesia local, dirigiendo, cantando, leyendo las escrituras o compartiendo la Palabra de Dios, quisiéramos que muchos otros también, pudieran ver los diferentes comportamientos que tienen las personas desde sus lugares en sillas o bancas. Aunque la mayoría parece prestar atención a quien está frente a ellos, muchos tienen la mente en cualquier otro lugar menos en la iglesia.

Para recibir el mayor beneficio de nuestra adoración en la iglesia local, es necesario que como creyentes preparemos nuestra mente y corazón para participar activamente en la alabanza con la que glorificamos a Dios, y en el momento cuando elevamos nuestras oraciones a Él.

Lo último y no menos importante, es disciplinarnos para escuchar atentamente el mensaje de la Palabra de Dios.  Debemos tener tal hambre espiritual que en verdad haga que nuestro espíritu desee con desesperación el alimento que proviene de Dios, inspire nuestra adoración, haga que en el transcurso de la semana recordemos la necesidad que tenemos de nuestro Señor, y nos mueva a servirle a Él y a otras personas.

  1. Lo más sencillo siempre es echarle la culpa a otros de nuestra apatía espiritual. Debemos comprender y sentirnos como los seres más favorecidos debido al privilegio que tenemos de servir en nuestra iglesia local, alegres de estar en su casa.
  2. El corazón de la adoración, es la adoración de corazón hacia Dios.

HG/MD

“Entren por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con alabanza. Denle gracias; bendigan su nombre” (Salmos 100:4).