Lectura: Deuteronomio 10:12-17
A lo largo de mi vida he tenido muchos tipos de jefes, por ejemplo, a uno de ellos sus colaboradores lo amaban, pero no le tenían respeto. A pesar de estimarlo como jefatura, al no respetarlo, no reconocían su autoridad y por ende les costaba seguir sus instrucciones. A otro de mis jefes, las personas que se encontraban bajo sus órdenes, además de amarlo también lo respetaban, y esto se demostraba en su comportamiento y resultado como trabajadores.
El Señor también desea que su pueblo lo respete y que también lo ame. En nuestra lectura devocional en Deuteronomio 10:12, dice que su pueblo debía obedecer sus instrucciones y esto sencillamente implicaba ambas cosas “… Solo que temas al Señor tu Dios, que andes en todos sus caminos, que ames y sirvas al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma”; en resumen, respetar al Señor y amarlo.
Temer a Dios el Señor es respetarlo al máximo. Para nosotros como creyentes, esto no es una cuestión de sentirse intimidado por Él o por su carácter, sino de andar en todos sus caminos y cumplir sus mandamientos, debido a que entendemos ante quien estamos, lo cual nos hace respetar su persona y autoridad.
Por otra parte, el amor brota de una profunda gratitud por su amor hacia nosotros; no porque nos guste o nos disguste. “Nosotros amamos, porque él nos amó primero” (1 Juan 4:19). Nuestro temor y amor a Dios nos impulsa para andar voluntariamente en obediencia a sus mandatos.
- Así que, por amor servimos a Dios de todo corazón y con toda nuestra alma, y no por obligación.
- Cuando somos obedientes, mostramos que en verdad nos importa el Señor a quien servimos.
HG/MD
“Ahora pues, Israel, qué pide el Señor tu Dios de ti? Solo que temas al Señor tu Dios, que andes en todos sus caminos, que ames y sirvas al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma” (Deuteronomio 10:12).