Lectura: Filipenses 3:7-14

Todos hemos visto por televisión las grandes luminarias del fútbol profesional europeo.  Sus habilidades con el balón son extraordinarias, su capacidad para actuar bajo presión y sus jugadas se están volviendo legendarias.  A muchos de ellos no sólo los motiva ganar, sino su pasión por la excelencia.  Aun con todos sus tremendos éxitos, este tipo de jugadores profesionales se esfuerzan constantemente para perfeccionar sus jugadas con tal de mostrar calidad en su juego y ser mejores deportistas. Su deseo de alcanzar la excelencia nunca se satisface.

De una manera similar, al apóstol Pablo también lo impulsaba su anhelo de lograr la excelencia, pero no porque quisiera el aplauso, reconocimiento, o dinero, sino por su relación con Cristo. Nos enseñó que debemos ser equilibrados.  Aunque nunca debemos sentirnos satisfechos con nuestro crecimiento espiritual, sí debemos estar siempre contentos en el Señor, como se lo aconseja a su discípulo Timoteo: “Sin embargo, grande ganancia es la piedad con contentamiento” (1 Timoteo 6:6).

Mientras estaba en la cárcel, el apóstol Pablo le escribió a los filipenses y compartió ambas verdades.  Les compartió sobre su contentamiento en medio de las circunstancias de la vida y las ubicó bajo el cuidado de Dios (Filipenses 4:11).  A pesar de esto, él no se sentía satisfecho con su progreso espiritual, ya que no pretendía “haberlo ya alcanzado” (haber cumplido completamente su objetivo en la vida), sino que estaba totalmente comprometido a continuar hacia la meta (3:13-14) mientras estuviera con vida en esta tierra.  Que extraordinaria forma de ver la vida y cuanta inspiración para nosotros.

  1. Aprender a equilibrar el contentamiento y el deseo de alcanzar la excelencia, es algo que todo creyente debe hacer para poder crecer espiritualmente.
  2. El Señor nos anima a seguir adelante, como Él le dijo a Josué: “¿No te he mandado que te esfuerces y seas valiente? No temas ni desmayes, porque el Señor tu Dios estará contigo dondequiera que vayas” (Josué 1:9).

HG/MD

“¿No te he mandado que te esfuerces y seas valiente? No temas ni desmayes, porque el Señor tu Dios estará contigo dondequiera que vayas.” (Josué 1:9).