Lectura: Isaías 49:13-21
En la celebración del día de las madres, una hija compartió lo que su mamá había hecho por ella. En el relato incluyó memorias de tiempos difíciles y de momentos cuando la comida y las cosas necesarias para subsistir escaseaban en su casa.
No obstante, su madre a quien el esposo había dejado muchos años atrás se privó de comodidades personales, vendió muchas cosas que tenía y algunos bienes para que sus hijos pudieran estudiar. Con lágrimas en los ojos compartió que su madre nunca la había abandonado, ni a ella ni a sus hermanos, a pesar de lo difícil que había sido todo.
De una manera muy interesante Dios también comparó su amor por su pueblo con el de una madre por sus hijos. Cuando Israel sintió que el Señor lo había abandonado durante el exilio, se quejó: “el Señor, me ha abandonado; el Señor se ha olvidado de mí” (Isaías 49:14). Pero Dios afirmó: “¿Acaso se olvidará la mujer de su bebé, y dejará de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque ellas se olviden, yo no me olvidaré de ti” (Isaías 49:15).
Cuando estamos angustiados o decepcionados, o incluso nos sentimos abandonados por la sociedad, la familia o los amigos, podemos estar seguros de que Dios no nos abandona. Las palabras del Señor son un gran aliento: “He aquí que en las palmas de mis manos te tengo grabada” (Isaías 49:16); realmente Dios nos conoce y cuida de nosotros.
- Aunque las personas nos den la espalda, Dios nunca abandona a los suyos.
- En estos días en muchos países están reconociendo el valor que tienen en nuestras vidas las madres, demos gracias a Dios por ellas y por el trabajo de amor hacia su familia.
HG/MD
“¿Acaso se olvidará la mujer de su bebé, y dejará de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque ellas se olviden, yo no me olvidaré de ti” (Isaías 49:15).
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