Lectura: Isaías 30:15-18

Si hay algo que en verdad nos molesta es que nos dejen esperando, y este enojo también se puede presentar debido a una respuesta no recibida de Dios.  No es fácil que aceptemos que Dios nos hace esperar.

En nuestra lectura devocional, leímos que Isaías 30:18 inicia con estas palabras: “Por tanto…”.  Cuando se utilizan estas palabras es porque se va a decir un resumen sobre alguna cuestión que se ha contado antes, y sirven para expresar un cierre o conclusión de un pensamiento o argumento.

Examinemos lo que antecede a estas simples y poderosas palabras pronunciadas por Isaías. En el verso 15, el Señor les recordó a los israelitas que si se hubieran vuelvo y descansado en Él, hubieran sido salvados de sus enemigos.  Si tan sólo se hubieran quedado quietos, poniendo su confianza en Él, hubieran encontrado la fortaleza que tanto necesitaban. 

“Pero no quisieron…”, que dolorosas palabras; en lugar de regresar a Dios, Israel huyó a caballo de sus enemigos, confiando más en sus “recursos” que en los de Dios (Isaías 30:15-17).

Ese es el contexto de las palabras “por tanto…”; la naturaleza humana hubiera dicho “por tanto… sufran las consecuencias, tengan su merecido”.  Sin embargo, las palabras que siguen al “Por tanto…”  son muy diferentes: “…el Señor espera para tener piedad de ustedes; por eso, se levanta para tener misericordia de ustedes.”

La misericordia del Señor es infinita, ¿qué estaba esperando Dios?  Estaba esperando que Israel fracasara en su camino autosuficiente y como lección aprendida, empezara a confiar en Él.

En muchas ocasiones, el Señor permite que experimentemos situaciones complicadas en las cuales utilizamos nuestros recursos insuficientes, para que finalmente nos demos cuenta de que siempre seremos dependientes del Señor.

  1. La fe se comprueba cuando las circunstancias no son del todo positivas.
  2. Por tanto… el fracaso se convierte en nuestro amigo cuando nos acerca a Dios.

HG/MD

“Por tanto, el Señor espera para tener piedad de ustedes; por eso, se levanta para tener misericordia de ustedes. Porque el Señor es un Dios de justicia, ¡bienaventurados son todos los que esperan en él!” (Isaías 30:18).