Lectura: I Tesalonicenses 1:1-10

En un documental de la naturaleza, se mostraba como una madre leopardo le daba una lección de vida a sus cachorros, en la escena la madre leopardo llevaba a una presa viva para que sus cachorros intentaran matar al animal, sin embargo sus ataques fueron infructuosos, luego de esto, la leopardo les mostró la forma cómo debían matar a su presa.  Una lección un tanto cruel, pero necesaria para la supervivencia de sus crías.

Una técnica similar fue usada por un vendedor de seguros de vida.  Después de explicarme los beneficios de una póliza en particular, compartió conmigo cómo había protegido a su propia familia.  Sus palabras cobraron un nuevo significado porque me demostró con su propio ejemplo, cómo asegurar a una familia adecuadamente.

Si queremos enseñar a otros el arte de conocer a Dios y servirle, no podemos exagerar la importancia y el poder que tiene el ejemplo.  Así fue como Cristo y sus apóstoles comunicaron el mismo mensaje.  Su obediencia a Dios fue vista en términos fácilmente comprensibles.

El liderazgo por ejemplo, es contagioso.  Cuando Pablo mencionó a las personas de Tesalónica que habían llegado a ser «imitadores de nosotros y del Señor», también dijo que habían llegado a ser «ejemplos a todos los de Macedonia y de Acaya» (I Tes.1:6-7).

El liderazgo es más que algo que acompaña automáticamente a un título oficial como papá, mamá, maestro de niños o líder.  Los que quieren dirigir y ayudar a otros, deben primero ser ejemplos.

1. No puedes enseñar lo que no sabes, ni conducir a donde no vas.

2. Si quieres liderar, debes primero ser un siervo y ser un ejemplo de lo que Dios puede hacer en la vida de una persona.

NPD/MRD