Lectura: 2 Samuel 22:26-30

En nuestra iglesia local, el grupo de misiones está haciendo una modesta campaña para apoyar a algunos misioneros que patrocinamos, por medio de la venta de pequeñas lámparas de barro similares a las que se usaban en el primer siglo en Israel; estas tienen dos aberturas, una para el combustible que es el aceite de oliva y la otra para la mecha.

Al buscar un poco de la historia y la vida en los tiempos de Jesús, este tipo de lámparas pequeñas eran colocadas comúnmente en huecos que hacían en las paredes, y eran tan pequeñas como para entrar en la palma de la mano.

Posiblemente una luz pequeña como esta inspiró al rey David a escribir su cántico de alabanza: “Ciertamente tú eres mi lámpara, oh Señor; el Señor ilumina mis tinieblas” (2 Samuel 22:29), el cual cantó luego de que Dios le diera la victoria en batalla.

David tenía enemigos de todo tipo quienes intentaban matarlo, pero debido a su relación con Dios no se ocultaba en la oscuridad, sino que los confrontaba con la confianza que le daba la presencia del Todopoderoso.

Quizás las tinieblas a las que se refiere el cántico implicaban temores, debilidades, y muy probablemente hasta el miedo de morir.  Y es que de una u otra forma todos nos tenemos que enfrentar a ese tipo de preocupaciones, pero al igual que David podemos encontrar paz sabiendo que Dios también está con nosotros.

  1. Aprovechemos estos días de Navidad para hacer que la luz de Dios ilumine los corazones de quienes nos rodean.
  2. Puedes confiar en que Dios te ayudará a superar tus miedos y preocupaciones, Él siempre está a una oración de distancia e iluminará tu vida.

HG/MD

“Ciertamente tú eres mi lámpara, oh Señor; el Señor ilumina mis tinieblas” (2 Samuel 22:29).