Lectura: Salmos 78:1-7

Conocí a Pablo, Esteban y Tomás cuando tenían cada uno de aproximadamente 14 años de edad, eran sólo un trío de chicos que no estaban interesados ​​en mucho, excepto en el futbol. Al ser su entrenador y profesor de inglés, les enseñé lo que pude acerca de esas dos cosas y sobre cómo vivir la vida cristiana.

Todos tenemos oportunidades como estas. Incluso si no somos maestros de profesión, todos de alguna forma influimos en personas más jóvenes. Podemos esforzarnos por ser un buen ejemplo, ser alentadores, motivadores, buenos maestros, e influyentes con nuestro testimonio de lo que Cristo ha hecho en nuestras vidas.

La Escritura sugiere lo importante que es esto.  El apóstol Pablo tuvo un joven discípulo llamado Timoteo y lo llevó con él en su segundo viaje misionero (Hechos 16:1-5). En Tito 2:3-4 Pablo le da a este joven pastor una instrucción: “Esas mujeres mayores tienen que instruir a las más jóvenes a amar a sus esposos y a sus hijos”

Si queremos trasladar nuestro legado de fe a la siguiente generación, tenemos que tomar sobre nosotros mismos la labor de instruir a los jóvenes, tomando el tiempo necesario para dejar una huella positiva en ellos.

Hoy, muchos años después de conocernos, Pablo, Esteban y Tomás están todos casados ​​y viven para el Señor, pasan a su fe a una generación, incluyendo sus 12 hijos.   ¡Qué emoción siento de haber tenido un papel tan importante en la orientación de sus vidas!

Mira a tu alrededor. Hay gente joven a la que puedes ayudar.  Acércate a ellos y enséñales a vivir para el Señor.

1. ¿Conoces a una persona joven en la que puedes influir de una manera positiva? ¿Cómo les puedes animar a vivir para Dios y para sean capaces de compartir el Evangelio con los demás?

2. Cuando enseñamos a los jóvenes, no sólo estamos pasando tiempo con ellos, estamos invirtiendo en sus vidas y de las otras personas en el futuro.

NPD/DB