Lectura: Efesios 5:6-17
La tarde es uno de mis momentos favoritos del día. Es un momento para mirar hacia atrás, hacer un balance, y reflexionar sobre los eventos del día -sean estos buenos o malos. Cuando el tiempo lo permite, mi esposa y yo salimos a caminar, o algunas veces simplemente nos preparamos una cafetera y hablamos sobre nuestro día y lo que hemos logrado. Es un momento para la meditación y evaluación cuidadosas, la acción de gracias, y la oración.
Nuestro Señor tenía una práctica similar durante Su ministerio terrenal. Hacia el final de un día extenuante y exigente, Él subía a una montaña completamente solo para tener unos momentos de reflexión y oración en la presencia de Su Padre (Mt. 14:23).
El valor de la tranquila presencia de nuestro Padre Celestial y el cuidadoso examen de cómo hemos captado la vida en un día determinado tiene gran significancia. Tal vez este fue el objetivo del desafío del apóstol Pablo para que aprovechemos el tiempo (Ef. 5:16), esto es, asegurarnos que estamos dándole el mejor uso al tiempo que Dios nos da para vivir y servir.
1. A medida que el día llega a su fin, tómate algo de tiempo para una tranquila reflexión. 2. En la serenidad de la tarde y en la presencia de Dios, podemos alcanzar una perspectiva más precisa de la vida y de cómo la estamos viviendo.
NPD/WEC