Lectura: Juan 6:1-14
Mientras yo dirigía un seminario, pasé alrededor de una hogaza de pan sin rebanar y le pedí a cada persona que me diera una opinión sobre ella. Uno la apretó y dijo: “Está fresco” Otro comentó: “Umm… huele delicioso.” Otro señaló: “Parece nutritiva.”
Finalmente alguien dijo: “¡Esto eso es cierto, pero yo tengo hambre! » Con esto, partió un pedazo y se la comió. Su respuesta lo dijo todo: “Un pan sin romper o rebanar es inútil”.
Un día Jesús se enfrentó a 5.000 personas que padecían hambre. Sólo rompiendo cinco panes y los dos peces en trozos pudo milagrosamente alimentar a la multitud (Juan 6:11), y además Él se negó a perder los fragmentos sobrantes (v.12).
No sólo fue este milagro el prefiguró el quebrantamiento de Cristo en la cruz, esta ruptura permitió que el Pan de Vida estuviera al alcance de todos, pero también nos habla de la ruptura que los creyentes debemos experimentar si hemos de ser usados por Dios.
¿Teme una pérdida de utilidad debido a una salud quebrantada, a esperanzas rotas, a promesas incumplidas? ¡No temas! Aunque algunas cosas pierdan su utilidad, una vez que se rompen, hay dos cosas que se vuelven más útiles: los panes rotos y vidas rotas por el arrepentimiento ante la realidad de nuestra insuficiencia y nuestra dependencia de Dios.
Leemos lo que dice: 2 Corintios 7:8-11 (NTV)
«No lamento haberles enviado esa carta tan severa, aunque al principio sí me lamenté porque sé que les causó dolor durante un tiempo. Ahora me alegro de haberla enviado, no porque los haya lastimado, sino porque el dolor hizo que se arrepintieran y cambiaran su conducta. Fue la clase de tristeza que Dios quiere que su pueblo tenga, de modo que no les hicimos daño de ninguna manera. Pues la clase de tristeza que Dios desea que suframos nos aleja del pecado y trae como resultado salvación. No hay que lamentarse por esa clase de tristeza; pero la tristeza del mundo, al cual le falta arrepentimiento, resulta en muerte espiritual.
¡Tan sólo miren lo que produjo en ustedes esa tristeza que proviene de Dios! Tal fervor, tal ansiedad por limpiar su nombre, tal indignación, tal preocupación, tal deseo de verme, tal celo y tal disposición para castigar lo malo. Ustedes demostraron haber hecho todo lo necesario para corregir la situación.»
1. Si vas a entregar los fragmentos de tu vida a Dios, Él no va a perder ni una miga de lo que le estás entregando.
2. Cosas rotas se convierten en útiles en las manos de Dios.
NPD/JY