Lectura: Daniel 3:26-30

Desde hace algunos años los héroes de las historietas han inundado la industria del cine y el streaming (transmisión de multimedia por medio de internet), y de hecho han generado muchos millones a las personas que las están produciendo.  ¿Pero, por qué llaman tanto la atención este tipo de historias?

Tal vez esto sucede porque en parte nos recuerdan la historia que Dios nos narra por medio de su Palabra, la Biblia.  Hay un villano, personas que necesitan rescate, mucha acción y sobre todo un héroe.  En la historia de la Biblia el villano es satanás, el enemigo de nuestras almas; pero no está sólo, también tiene a muchos secuaces inferiores a sus órdenes. 

El libro de Daniel nos presenta la historia del rey Nabucodonosor, quien en uno de sus delirios de grandeza decidió que debían morir todas las personas que no adoraran una estatua que lo representaba (Daniel 3:1-6).  Cuando tres valientes decidieron oponerse a ese mandato, este hombre los envió a una muerte segura en un horno de fuego (vv.12-23).  Sin embargo, gracias a una intervención divina los tres salieron vivos de las llamas (v.24-27).

Y en un giro sorprendente de la historia, vemos como este villano empieza a cambiar su corazón, lo anterior quedó evidenciado al decir lo siguiente: “Bendito sea el Dios de Sadrac, de Mesac y de Abed-nego” (v.28).

Lo que vimos en el caso de Nabucodonosor no es tan sólo la historia de un villano, es la historia de cada uno de nosotros; al estar sin Dios tomamos malas decisiones que nos terminan llevando a lugares equivocados y sin salida.  Pero, ahí es cuando entra en la historia de redención nuestro héroe Jesús, quien está dispuesto a rescatar aun a los peores villanos de la humanidad, entre ellos nosotros.

  1. Necesitas que te rescaten, llama a Jesús, quien siempre está a una oración de distancia.
  2. Jesús oró por quienes lo perseguían, tu puedes hacer lo mismo.

HG/MD

“Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por los que les persiguen; de modo que sean hijos de su Padre que está en los cielos, porque él hace salir su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos” (Mateo 5:44-45).