Lectura: Tito 2:1-15

Una pequeña congregación de creyentes en Japón estaban en el proceso de planificación de la construcción de su iglesia. Después de que el arquitecto había completado los planos, fueron a todos los vecinos, les mostraron los planos, y preguntaron si alguien tenía alguna objeción. Nadie expresó su oposición.

No obstante, unos meses más tarde, antes de que comenzara la construcción, se enteraron de que un hombre tenía algunas preocupaciones. Le realizaron una segunda visita y descubrieron que estaba preocupado de que la estructura podría bloquear la luz del sol que entraba en su patio. ¿Ellos argumentaron? No. ¿Se quejaron porque no había hablado anteriormente? No. La junta de la iglesia volvió al arquitecto y pidió una revisión sobre esta situación. Con algún gasto adicional, se rediseñó el edificio con un techo bajo. El vecino sorprendido estaba complacido de que él no iba a perder su luz del sol.

Esta historia nos ilustra el principio de que el espíritu atento y las buenas obras silenciosas pero efectiva, de los creyentes en Jesucristo, pueden hacer un gran impacto en aquellos que no creen en Él. Un poco de amabilidad habla mucho más que una predicación esplendida.

En nuestra dura concepción de un mundo centrada en los derechos de la mayoría, una amable consideración hacia los demás pareciera fuera de lugar. Pero esto siempre es apropiado para nosotros como creyentes (Tito 2:11-12).  Y esto más que palabras, puede ofrecer un testimonio más poderoso.

  1. Más que tus palabras, muestra tu fe a través de tus hechos.
  2. Un creyente es un sermón viviente.

HG/MD

Porque la gracia salvadora de Dios se ha manifestado a todos los hombres enseñándonos a vivir de manera prudente, justa y piadosa en la edad presente, renunciando a la impiedad y a las pasiones mundanas (Tito 2:11-12).