Lectura: Salmo 103:6-18

Cuando le preguntan: “¿Cómo estás?”, un buen amigo suele responder: “Mejor de lo que merezco”. Una vez presencié cuando alguien le dijo: “Ay, no, tu mereces mucho”; a lo cual él contestó: “En realidad, no.  Porque lo que merezco francamente es el pago por mi maldad, pero por gracia de mi Señor ahora soy salvo”.

Cuán frecuentemente olvidamos la pecaminosidad que yace en lo profundo de nuestro ser. Al creernos más de lo que somos, se disminuye nuestro sentido de la profunda deuda que tenemos con Dios debido a su gracia. Olvidamos el precio de muerte que pagó para rescatarnos.

Y es que tal como nos recuerda el salmista, ¡es hora de recapacitar!  Dios “no ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados” (Salmo 103:10).

Si somos conscientes de quiénes somos a la luz de un Dios santo y justo, lo único que merecemos de verdad es el infierno; el cielo es una imposibilidad absoluta de no ser por el regalo del sacrificio de Cristo en la cruz y su posterior resurrección.

Aun si Dios no hubiera hecho nada más después de habernos redimido, sería suficiente e incontablemente más de lo que merecemos; no obstante, en su infinita bondad Él nos da vida en abundancia (Juan 10:10).  Y es por lo que el salmista declara: “Pues como la altura de los cielos sobre la tierra, así ha engrandecido su misericordia sobre los que le temen” (Salmo 103:11).

  1. Seamos más conscientes de nuestra verdadera condición, de esta forma podremos proclamar siempre: “¡Sublime gracia del Señor!”.
  2. Gracias Dios porque nos has dado mucho más de lo que merecemos.

HG/MD

“No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados” (Salmo 103:10).