Lectura: Salmos 126:1-6
El hombre fue denunciado ante un oficial de policía por unos jóvenes deportistas, quienes solían hacer sus entrenamientos en algunos de los parques más grandes de la ciudad. Este maestro de profesión fue llevado a los tribunales de justicia para enfrentar un proceso judicial.
Sin ver mucho el expediente el juez le preguntó, porque lo habían traído al juzgado. El hombre le relató que debido a su profesión tenía que enfrentar un alto nivel de estrés, debido a la responsabilidad que sentía de ofrecer lo mejor de sí, y también, porque muchos de sus estudiantes no eran un dechado de virtudes en cuanto a los estudios o el respeto ante la autoridad que él representaba en las aulas de clases, y muchos abandonaban sus estudios, a pesar de que él ponía todo su empeño en el trabajo.
El juez le dijo: “Comprendo perfectamente su estrés, pero ¿por qué usted va al parque todos los días temprano y empieza a reírse a plena voz, como quien ha escuchado el mejor de los chistes o la más graciosa de las anécdotas? Está situación molesta a los jóvenes que lo denunciaron, pues creen que se ríe de ellos”. El respondió “Disculpas a usted señor juez, y a los deportistas, pero esta fue una terapia que mi psicólogo me recomendó que podía hacer para bajar mis niveles de estrés, y esto sinceramente me ha ayudado mucho”. Los jóvenes al escucharlo decidieron retirar su denuncia y ahora cada vez que lo oyen reír, una sonrisa se dibuja en sus rostros y no falta alguno que se detenga y le cuente un chiste.
Un corazón alegre es algo imprescindible para poder sobrellevar nuestras vidas. Proverbios 17:22 nos dice: “El corazón alegre mejora la salud, pero un espíritu abatido seca los huesos”. Tener un corazón feliz influirá de forma positiva en nuestro espíritu y nuestra salud física.
Sin lugar a dudas el gozo más profundo que cualquier persona pueda disfrutar, es el que encuentra al experimentar la salvación en Jesús, pues Él nos ha provisto de perdón y vida, cuando no teníamos esperanza. Él nos da un gozo más profundo que las circunstancias de la vida (Salmos 126:2-3; Habacuc 3:17-18; Filipenses 4:7).
- Para los creyentes el gozo proviene del Señor, quien vive en nosotros, y no de lo que pasa a nuestro alrededor.
- El gozo de este mundo es temporal, el que proviene de Dios es permanente.
HG/MD
“El corazón alegre mejora la salud, pero un espíritu abatido seca los huesos” (Proverbios 17:22).