Lectura: Lucas 2:8-20

Durante las celebraciones navideñas que se hacen en diversas iglesias y lugares, es común la entonación del himno: “Gloria in excelsis Deo” (Gloria a Dios en las alturas), la cual forma parte de la cantata navideña de Johann Sebastian Bach (1685-1750).

Al oír esta antigua composición navideña, no puedo sino pensar en lo que sucedió aquella noche en Belén.  En nuestra lectura devocional de hoy leímos el relato de Lucas sobre el nacimiento de Jesús, y podemos notar que, en aquella primera Navidad no hubo fiestas, ni regalos, ni comidas como en la actualidad, pero sí hubo adoración.

Después de que el ángel les anunció a unos asombrados pastores que Jesús había nacido, apareció un coro de ángeles: “que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas…!” (Lucas 2:13-14).

La reacción de los pastores fue ir corriendo a Belén, donde hallaron al Rey que acababa de nacer y quien yacía en un pesebre en un humilde establo. Más tarde, regresaron a sus campos “…glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto…” (v. 20). Ver cara a cara al Hijo de Dios movió a los pastores a adorar al Padre.

  1. Considera hoy cuál es tu reacción ante la llegada de Jesús a la tierra hace más de 2000 años. ¿Hay lugar en tu corazón para adorarlo durante este día en el que se celebra su nacimiento?
  2. ¡Adoremos al Señor de señores, al Rey de reyes quien dio su vida para rescatarnos!  ¡Gloria sea a Jesús! 

HG/MD

“¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres de buena voluntad!” (Lucas 2:14).