Lectura: 1 Timoteo 6:17-19
En una pequeña cafetería de un pequeño pueblo, había una mesera que se esforzaba por atender a sus clientes de la mejor manera posible, si necesitaban agua les servía con mucho gusto, si algo no era del agrado de uno de sus clientes, rápidamente sugería otras opciones, y una sonrisa sincera siempre era el complemento de sus atenciones.
Uno de sus clientes era un hombre de negocios quien todas las mañanas pasaba por su desayuno, el hombre siempre le dejaba buenas propinas, pero una de ellas superó a todas las demás, el hombre autorizó en su cuenta una propina de 10.000 dólares por una comida que apenas superaba los 10 dólares; la joven al ver aquel número, rápidamente se devolvió a la mesa para verificar si aquello había sido un error, el hombre con mirada de agradecimiento le dijo: “No es un error, ni una broma, es una muestra de mi sincera generosidad inesperada”.
Pablo también alentó a Timoteo para que enseñara a los ricos de su tiempo a tener actos de generosidad inesperada (1 Timoteo 6:18). En ese tiempo Timoteo era ministro de la próspera ciudad de Éfeso, donde por supuesto, una fracción de la población eran personas que habían prosperado en sus ganancias, algunas de estas personas por descuido o avaricia, no recordaban las responsabilidades que conllevan las riquezas. Eso por supuesto incluía el ser humildes, encontrando su mayor felicidad en el Señor y no en las riquezas, usando parte de su dinero para el bien.
La mayoría de nosotros no somos ricos, pero de igual forma Dios nos ha llamado a ser generosos. Podemos aprovechar las oportunidades que se nos presentan para compartir con otros las bendiciones que hemos recibido por la misericordia de Dios. No necesariamente tenemos que invertir dinero para mostrar gestos de generosidad inesperada para con otros: brindar nuestro tiempo cuando alguien necesita ser escuchado, ayudar a un joven en una materia que le cuesta y que nosotros dominamos, ayudar en nuestra iglesia local, dar comida a alguien que sabemos que lo necesita, regalar una Biblia o una porción de ella a alguien que quiere creer.
- La forma en la cual manejamos nuestro dinero revelará la condición de nuestro corazón.
- Tener una actitud generosa, nos permitirá dimensionar el valor de las cosas en su debida medida, entendiendo que las riquezas materiales son pasajeras, mientras que las riquezas celestiales son eternas.
HG/MD
“Que hagan el bien, que sean ricos en buenas obras, que sean generosos y dispuestos a compartir” (1 Timoteo 6:18).