Lectura: Romanos 5:12-21

Hace unos días me contaron la siguiente historia. Había cuatro personas: un piloto, un profesor, un creyente y un alpinista, que volaban en un pequeño avión cuando los motores se detuvieron. El piloto dijo: “El avión tiene, problemas y hay un problema más, tan sólo tenemos tres paracaídas y como este avión es mío, yo voy a usar uno”. Se lo puso y saltó. El profesor dijo: “Muy inteligente, he hecho grandes contribuciones a la academia y el mundo me necesita, así que, yo tomo otro paracaídas”; y también saltó.

Entonces, el creyente le dijo al alpinista: “No quiero ser egoísta, así que, toma el último paracaídas”. El alpinista respondió: “Todavía quedan dos, así que, podemos usar uno cada uno. ¡El profesor saltó con mi mochila en vez del paracaídas!”. En realidad, aunque el profesor pensó que aterrizaría a salvo, su seguridad estaba basada en una equivocación.

Esta historia retrata una realidad muy triste, algunas personas tienen una seguridad de salvación basada en una idea equivocada; creen que por asistir a una iglesia o simplemente ser una buena persona, merecen la aprobación de Dios.  Sin embargo, esta manera de pensar es errónea y no está fundamentada en lo que el Señor dice en su Palabra.

Dios dice que “todos pecaron” y que somos sus enemigos, pero que, por medio de la muerte y la resurrección de su Hijo, podemos arreglar las cosas con Él (Romanos 3:23; 5:8-10). Al poner la fe en lo que Cristo hizo, tenemos paz con Dios (5:1) y seguridad de la vida eterna en el cielo.

  1. ¿Lo crees? Está en juego tu eternidad. No confíes en una equivocación, más bien pon tu fe en Jesús.
  2. Nuestras decisiones espirituales deben estar basadas en la oración, la lectura de su Palabra y el consejo sabio de personas cuyas vidas refleja las prioridades y el carácter de Jesús.

HG/MD

“Pero Dios demuestra su amor para con nosotros en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8).