Lectura: Juan 10:1-10
Por alguna razón los hombres tendemos a desconectarnos de todo lo que nos rodea y a concentrarnos en nuestros propios pensamientos, o en un partido de nuestro deporte favorito. Esto es especialmente frustrante para mi esposa, en especial cuando está hablando de algo importante. Cuando nota la mirada perdida en mis ojos, suele decir: “¿Escuchaste algo de lo que dije?”. Y mi respuesta es una mirada pidiendo perdón anticipadamente.
Sin lugar a dudas escuchar es una parte imprescindible de cualquier relación interpersonal; en especial, en nuestra relación con Cristo.
Si somos de Él, tenemos el privilegio de comunicarnos por medio de su Palabra y por la obra del Espíritu Santo en nuestro corazón. Sabemos que estamos prestándole atención al verdadero Pastor cuando su voz nos guía a la justicia, el amor y la gracia, y a todo lo coherente con su carácter y prioridades.
Tal como Jesús lo dijo cuando se identificó como el ¡buen pastor! en Juan 10, aquellos que lo escuchan diligentemente se convierten en sus seguidores (v. 4) y son transformados a su semejanza.
- Escuchar atentamente a tu cónyuge o a un amigo le transmite reconocimiento, respeto y aprecio, y por supuesto, prestar atención prioritaria a la voz de Cristo es una manera de reafirmar cuán importante es Él en tu vida.
- Por lo tanto, deja de lado las distracciones de la vida, sintonízate con su voz y ora pidiendo gracia para hacer lo que te dice.
HG/MD
“Y cuando saca fuera a todas las suyas va delante de ellas; y las ovejas lo siguen porque conocen su voz” (Juan 10:4).