Lectura: Juan 19:17-24

Hace algunos años un amigo me contó una historia que lo conmovió profundamente; en esos días había muerto uno de sus hijos en un accidente y su esposa estaba hospitalizada con una enfermedad muy compleja de tratar.

En medio de toda esa situación, muy temprano en la mañana tomó su automóvil y camino al hospital encendió su radio, la canción que emergió fue una antigua melodía infantil que decía: “Sí, Cristo me ama, sí Cristo me ama, sí Cristo me ama, la Biblia dice así”; la oyó, pero no prestó mucha atención.  Al mediodía mientras iba por algo de comer, la dueña del restaurante tenía música y curiosamente volvió a emerger la misma melodía: “Sí Cristo me ama…”, le pareció algo extraño, pero tampoco le prestó importancia.

En la noche cuando todo estaba ya en silencio y se encontraba en la soledad de su cuarto, empezó a oír algunos mensajes que le habían enviado en el trascurso del día y uno era de su nieta, quien le decía: “Abuelito, estás muy lejos, y no puedo abrazarte, pero sí te puedo cantar una canción que aprendí en la iglesia, y entonces cantó: “Sí, Cristo me ama, si Cristo…”.

Después de escucharla tres veces, empezó a pensar que el Señor tal vez quería decirle algo. En realidad, es el mismo mensaje que hace mucho nos envió a todos los seres humanos: “Te amo”. En Juan 19, leemos que permitió que algunos le pusieran una corona de espinas en la cabeza, se burlaran de Él, lo golpearan, lo desnudaran y lo crucificaran (vv. 1-6). Jesús tenía poder para detenerlos, pero habló muy poco (v. 11). Todo lo hizo por amor, para pagar el precio de nuestros pecados y rescatarnos del castigo que merecíamos.

  1. ¿Cuánto te ama Dios? Jesús extendió sus brazos y fue clavado en la cruz. Murió por ti … y después resucitó.
  2. Dios te ama, esta es una verdad preciosa que se extiende en el tiempo y hoy también te lo está diciendo a ti: Sí, Cristo te ama.

HG/MD

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito para que todo aquel que en él cree no se pierda mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).