Curiosidades
Cuando las personas llegan a conocer a Cristo como su Salvador, entran en una relación con Dios que garantiza su seguridad eterna. Judas 24 declara, «Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría». El poder de Dios guarda de caer al creyente. Le corresponde a Él, no en nosotros, presentarnos delante de Su gloriosa presencia. Nuestra seguridad eterna es el resultado de que Dios nos guarde, no de que nosotros mantengamos nuestra propia salvación.
El Señor Jesucristo proclamó, «Y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre» (Juan 10:28-29). Tanto Jesús como el Padre nos tienen firmemente agarrados en sus manos. ¿Quién podría arrebatarnos del Padre y del Hijo?
Efesios 4:30 nos dice que los creyentes han sido «sellados para el día de la redención». Si los creyentes no tuvieran seguridad eterna, el sello realmente no sería para el día de la redención, sino solamente hasta el día de pecado, la apostasía, o la incredulidad. Juan 3:15-16 nos dice que todo aquel que cree en Jesucristo «tiene vida eterna». Si a una persona se le prometiera vida eterna, pero luego se la quitaran, ésta, en realidad nunca sería «eterna». Si la seguridad eterna no es verdadera, las promesas de la vida eterna en la Biblia serían un error.
El argumento más poderoso de la seguridad eterna se encuentra en Romanos 8:38-39, «Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo porvenir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro». Nuestra seguridad eterna se basa en el amor de Dios hacia aquellos a quienes ha redimido. Nuestra seguridad eterna ha sido comprada por Cristo, prometida por el Padre, y sellada por el Espíritu Santo.
Fuente: https://www.gotquestions.org/Espanol