Lectura: Marcos 3:1-15

Hace algunos días leí en un artículo publicado en redes sociales, acerca de un ministerio cristiano de jóvenes el cual invierte parte de su tiempo enseñando a niños de barrios marginales, sobre cómo realizar acrobacias en sus bicicletas de forma segura.

Como parte de su rutina semanal de prácticas, toman al menos 15 minutos de sesión para tener un breve estudio bíblico, y al menos una vez a la semana, uno de los jóvenes comparte del tema “cómo formar parte de ese equipo”.   Esta dinámica les ha ayudado en su vida y sobre todo conocer a Jesús les ha ayudado a decidir el mejor camino.

Una vez le preguntaron a uno de los jóvenes creyentes que ayudaban en el programa, qué significaba para él ser parte de esta iniciativa, a lo cual respondió: “Nunca tuve capacidad para desarrollar relaciones interpersonales con familiares ni amigos; los mantenía a cierta distancia. El programa me mostró el amor de Dios y abrió mi corazón para que me extendiera a otras personas”

Es más fácil hacer cosas uno mismo que entrenar a otros; no obstante, Jesús invirtió su vida en una docena de discípulos a través de los cuales se extendió la obra de Dios a todo el mundo.   Esta prioridad de invertir en los pocos se ejemplificó cuando se encontraba en medio de la necesidad imperiosa de las personas que clamaban para ser sanadas, el Señor subió a un monte y allí “nombró apóstoles para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar” (Marcos 3:14).

  1. Cuando verdaderamente experimentamos el amor de Cristo y estamos en su compañía y en la de sus seguidores, encontramos el valor para actuar y hablar de maneras que honran a nuestro Señor.
  2. Tú también puedes encontrar oportunidades creativas para compartir tu fe con otros, ora a Dios para que te guíe en tu camino de servicio a otros para su gloria.

HG/MD

“Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado. Pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está por delante, prosigo a la meta hacia el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:13-14).