Lectura: Éxodo 3:1-6, 10-14
Un joven quería probarle a su abuelo que ya había crecido y estaba listo para que le asignara nuevas responsabilidades en la granja donde ayudaba con algunas diligencias menores.
Entonces, su abuelo le dijo: “Sabes, una de las responsabilidades más importantes de esta granja es cuidar al ganado de los lobos y pumas que buscan devorarlos, por lo tanto, deberás pasar en vela toda esta noche cuidando a este valioso ganado”; el muchacho accedió de inmediato. No obstante, el abuelo también le dijo: “Si algo malo pasa en la noche, tan sólo grita mi nombre y de inmediato acudiré”.
El cielo se oscureció y los ruidos nocturnos llenaron el aire. Los árboles crujían, una lechuza ululaba y un lobo aullaba a lo lejos. Aunque tenía miedo, el muchacho se quedó toda la noche, tal como lo exigía la prueba, tenía miedo, pero también sabía que su abuelo estaría ahí, sólo por si acaso; eso le daba tranquilidad. Por fin la mañana llegó. Allí cerca, vio una figura que identificó con facilidad… era su abuelo, quien lo había estado vigilando todo el tiempo.
Cuando Moisés se internó en el desierto, vio una zarza ardiente que no se consumía. Dios comenzó a hablarle desde allí y le dio una misión, debía ir de regreso a Egipto para liberar de la cruel esclavitud a su pueblo, los israelitas.
Entonces, Moisés empezó a dar excusas y a cuestionar el mandato: “Quién soy yo para ir al faraón y sacar de Egipto a los hijos de Israel?” (Éxodo 3:11).
“Ciertamente yo estaré contigo”, fue la simple respuesta de Dios (Éxodo 3:12).
“Supongamos que yo voy a los hijos de Israel y les digo: “El Dios de sus padres me ha enviado a ustedes”. Si ellos me preguntan: “¿Cuál es su nombre?”, ¿qué les responderé?” (Éxodo 3:13).
Dios respondió: “YO SOY EL QUE SOY… Así dirás a los hijos de Israel: “YO SOY me ha enviado a ustedes” (Éxodo 3:14). La frase “YO SOY EL QUE SOY” revela el carácter eterno y completo de Dios.
Sin importar cuán oscura sea la noche, el Dios invisible está listo para responder de manera apropiada ante nuestra necesidad.
- El Señor ha prometido estar siempre con los que creen en Él, ¡puedes creerle!
- Sé valiente, sin importar cuán oscuro sea el camino Dios ha prometido estar con nosotros.
HG/MD
“Aunque ande en valle de sombra de muerte no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo. Tu vara y tu cayado me infundirán aliento” (Salmos 23:4).
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