Lectura: Hechos 16:25-34

Existen personas a las cuales les incomoda cuando los creyentes en Jesús, decimos que sabemos que vamos camino al cielo.  Escudriñemos las escrituras por un momento.

El mismo Jesús dijo: “De cierto, de cierto les digo: El que cree en mí, tiene vida eterna. (Juan 6:47-RVC).  Es por ello que cuestionar al Señor resulta un tanto desacertado.  El Señor nos pide a cambio de su regalo, simplemente depositar nuestra fe en Él, Juan mismo vuelve a recalcar este principio en Juan 5:24: “De cierto, de cierto les digo que el que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna. El tal no viene a condenación sino que ha pasado de muerte a vida”.  Es necesario reconocer que necesitamos de un Salvador tal como lo dice Romanos 6:23: “Porque la paga del pecado es muerte; pero el don de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro”.

Una vez a un creyente le hicieron la siguiente pregunta: “¿Sientes que tus pecados han sido perdonados?”. Luego de pensarlo un poco, su respuesta fue: “No, no siempre siento que han sido perdonados, pero sé que es así porque Dios lo dice en su Palabra”.  El mismo apóstol Juan en su carta de 1 de Juan 2:12, nos dice: “Les escribo a ustedes, hijitos, porque los pecados de ustedes han sido perdonados por causa de su nombre.”.  Muchos de nosotros en el momento que pedimos a Dios por su perdón, y recibimos su inmerecido regalo de vida, en muchas ocasiones aun sentimos que algunos de nuestros pecados no han sido perdonados.  El problema de esta forma de pensar es el “sentir”; cuando empezamos a profundizar nuestra relación con Dios, comenzamos a entender su gran amor y la clase de Dios que tenemos, quien no hace cosas a medías. Su perdón es total y nosotros podemos estar seguros de eso.

El autor de Hebreos 9:11-12, nos habla un poco más con respecto a esta verdad: “Pero estando ya presente Cristo —el sumo sacerdote de los bienes que han venido, por medio del más amplio y perfecto tabernáculo no hecho de manos; es decir, no de esta creación—  entró una vez para siempre en el lugar santísimo logrando así eterna redención, ya no mediante sangre de machos cabríos ni de becerros sino mediante su propia sangre.”  Ese perdón total de Dios no es una excusa para pecar, tal como lo explicó Pablo en Romanos 6:2: “¡De ninguna manera! Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos todavía en él?”.  No obstante aun pecamos y debemos reconocerlo (1 Juan 1:18).  El Señor nos desafía a no conformarnos a este mundo, llama a renovarnos en Él diariamente y a ser un sacrificio viviente para Él (Rom.12:1-2).

  1. Si logramos entender la grandeza de la inmerecida gracia de Dios, trataremos con todas nuestras fuerzas de amarle y servirle, así como el carcelero de la lectura en Hechos 16.

 

  1. La salvación no se basa en los sentimientos, se basa en la fe. La Palabra de Dios es sólida como roca (Mateo 7:24-29), no es como la arena movediza sobre la que se originan los sentimientos.

HG/MD

“Porque la paga del pecado es muerte; pero el don de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Romanos 6:23)