Lectura: 2 Timoteo 1:1-7

Esta hermosa caja de música perteneció a mi bisabuela, dijo la mujer con orgullo.  En sus manos sostenía una cajita de madera de nogal con espléndidos detalles que databan de inicios del siglo pasado.

Por un momento admiré aquella pieza de mecánica, con su delicado mecanismo que todavía y desde hacía tantos años, se accionaba con un poco de cuerda y levantando la tapa.

La mujer dijo: “Es una herencia que ha pasado de generación en generación y ha permanecido en mi familia ya hace un siglo, y este año se lo heredaré a mi hija como regalo en su cumpleaños número 18”.

Los padres siempre piensan en algo que le puedan heredar a sus hijos e hijas, en algunos casos será esa vieja vajilla o el escritorio antiguo, un reloj, o una Biblia de la familia.

No obstante, existen cosas aún más importantes que las materiales; por ejemplo: un buen nombre, o un carácter honorable.  En nuestra lectura devocional leímos sobre el mejor regalo que se le pueda dar a alguien: el ejemplo de una fe verdadera y creciente en Cristo. Loida, la abuela de Timoteo, y su madre Eunice, habían puesto su confianza en Jesús y le enseñaron a su amado Timoteo, sobre esa fe que habían aprendido anteriormente (2 Timoteo 1:5; 3:14-15).

1. Cuando pienses en lo que vas a dejar a tus hijos(as), nietas(os) o sobrinas(os), nunca olvides el ejemplo de la fe en Jesús.  Esa es la herencia más valiosa que podemos transmitir a otros.

2.    Los valores que dejamos a nuestros seres queridos siempre serán más importantes que cualquier cosa material que queramos heredar.

HG/MD

“Traigo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida y en tu madre Eunice, y estoy convencido de que también en ti” (2 Timoteo 1:5).