Lectura: 1 Timoteo 4:12-16

La pequeña Sofia tenía tan sólo 4 ½ años y estaba comenzando la maravillosa aventura de aprender a leer; se sentía fascinada al ver y oír a sus padres leer la Biblia temprano en las mañanas. 

Un domingo se levantó antes que todos y su mamá la encontró sentada en una grada afuera de la entrada de su casa, con una Biblia y un cuaderno al lado de su falda de tul. A pesar de que ella apenas si podía leer sus primeras palabras, quería seguir el ejemplo que había visto de sus padres al tener tiempos diarios a solas con Dios.

El joven Timoteo, quien estaba a cargo de la recién formada iglesia de Éfeso, tenía una gran responsabilidad en sus hombros: capacitar a creyentes, motivar a los feligreses para la adoración, y sobre todo, combatir las falsas doctrinas que siempre querían entrar en la iglesia.

Por otra parte, el apóstol Pablo, un creyente más maduro y experimentado en asuntos de la fe, tuvo el cuidado de darle instrucciones a su discípulo Timoteo, acerca de cómo liderar a la iglesia en estas áreas, haciendo también un fuerte énfasis en la importancia de la conducta personal. Esto lo vemos de forma resumida en el siguiente versículo: “nadie tenga en poco tu juventud; pero sé ejemplo para los creyentes en palabra, en conducta, en amor, en fe y en pureza” (1 Timoteo 4:12).

Luego de esto, Pablo le reafirma estos consejos con las siguientes palabras: “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina” (1 Timoteo 4:16).  Si Timoteo lograba mantener presente estas enseñanzas durante su ministerio, prestando atención a su vida espiritual y teniendo cuidado con lo que enseñaba y con lo que permitía que otros enseñaran, su ministerio sería exitoso y de buen ejemplo para los demás.

Al trasladarlo a nuestros días, y aunque no lo creas, siempre hay personas que te observan.  Aun los niños y jóvenes tienen hermanos menores y otras personas de sus edades quienes comúnmente miran lo que están haciendo; así que, da siempre lo mejor de ti.

  1. Vivamos de forma tal que quienes nos están viendo puedan ver realmente a Dios trabajando cada día a través de nuestras vidas.
  2. Examina la calidad de tu vida espiritual y piensa si otros pueden ver el carácter y prioridades de Jesús emergiendo de ti.  

HG/MD

“Nadie tenga en poco tu juventud; pero sé ejemplo para los creyentes en palabra, en conducta, en amor, en fe y en pureza” (1 Timoteo 4:12).