Lectura: Mateo 23:1-12

Muchos de los grandes líderes de la humanidad fueron tiranos en su forma de relacionarse con las personas que estaban a su servicio; por ejemplo: Mao Zedong, líder de la Revolución Comunista en China. Fue el ideólogo detrás del Gran Salto Adelante (1958-1962), un plan económico basado en la industrialización acelerada y la colectivización agrícola que derivó en una hambruna que acabó con la vida de hasta 45 millones de personas, y en total se estima que 78 millones de personas murieron durante su mandato.

Otro de esos líderes tiranos fue Josef Stalin, quien sirvió como secretario general del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética entre 1922 y 1952. Al asumir el poder, sofocó gradualmente a todos los disidentes políticos de su gobierno, incluyendo a León Trotski, su principal opositor.  Al líder ruso en total se le atribuyen aproximadamente 23 millones de muertes.

Pero, para ser un líder no se necesita inculcar miedo, ni ser un tirano en el trato hacia nuestros semejantes, ni burlarse de otros para ganar admiración.  Jesús nos dejó el mejor ejemplo de cómo llegar a ser un líder entre nuestros semejantes, Él mostró que para ser un líder es necesario ser siervo de los demás; su podio no fue una gran sinagoga, o el templo de Jerusalén, prefirió dar su mejor mensaje sobre una cruz romana, ofreciendo hasta el último aliento de su vida, pagando la pena que había por nuestros pecados, mostrándonos el camino a seguir: el servicio (Filipenses 2:5-11).

  1. Los líderes no son útiles hasta que incluyen el servicio en su liderazgo.
  2. El Señor nos mostró que el secreto del liderazgo es el servicio.

HG/MD

“Entonces se sentó, llamó a los doce y les dijo: Si alguno quiere ser el primero deberá ser el último de todos y el siervo de todos.” (Marcos 9:35).