Lectura: Gálatas 5:22-26

Tuvimos el privilegio de ser los invitados por unos amigos que viven en las montañas. Cuando entramos en nuestra habitación, nos quedamos encantados al encontrar una preciosa cesta de fruta fresca en la mesa. Las uvas, peras, manzanas y fresas parecían refrescantes y deliciosas. Pero no fue sino hasta que las cortamos y las mordimos las frutas, que pudimos disfrutar de todo el aroma y sabor de ellas.

Pablo comparó las características de la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas con las frutas (Gálatas 5:22-25 ).  Dentro de las lista de deliciosos deleites incluyó al amor, la alegría, la paz y la bondad.  Al igual que las frutas en nuestra habitación, el “sabor” completo se alcanzó tan sólo en el momento del corte, lo que podemos comparar a las circunstancias difíciles de la vida por las cuales en ocasiones pasamos.

El amor, por ejemplo, es más hermoso cuando se enfrenta al odio y vence. La paz es más que bienvenida cuando se florece en medio del conflicto. La paciencia y el autocontrol son más dulces frente a la amarga de la persecución y la tentación.

Una razón por la que Dios nos permite experimentar problemas y desafíos, es que a través de nuestra respuesta encontramos el verdadero valor del fruto del Espíritu  el cual se libera como un testimonio al mundo.

1. La próxima vez que seamos probados, pensemos en permitir que el Espíritu Santo produzca en nosotros fragante fruto para la gloria de Dios.

2. Nos encogemos ante la purificación y de la poda, olvidando que el Labrador sabe, que entre más profundo sea el corte, cuánto mayor será el resultado en frutos abundantes

NPD/DCE