Lectura: Proverbios 31:10-31

Hace poco iba manejando por la autopista y pude ver una calcomanía o pegatina, que decía: “Mi esposa afirma que yo no le presto atención… o algo así”.  Por un momento sonreí por la ocurrencia, pero mientras más lo pensaba, entendía mejor las implicaciones de esa frase; personalmente no querría ser conocido como una persona que anda por la vida, sin prestar la atención que se merecen los demás.

Desgraciadamente, esta es una actitud que se replica en muchas relaciones de esposos que escuchan a medias a sus esposas, y también de esposas a las que no les interesa, tan siquiera un poco, los intereses de sus esposos.  Esto implica que existe una falta de respeto, pues todos merecemos que la persona con quien conversamos nos preste atención; pero esto no se queda ahí, pues este tipo de actitudes son vistas también por los hijos e hijas como algo común, lo agregan a sus valores y se vuelven multiplicadores de este tipo de malas conductas.  En resumen, quienes actúan de esta forma, no están modelando su rol correcto de esposo y esposa para sus hijos e hijas.

La Palabra de Dios nos advierte sobre esto, por ejemplo, en Proverbios 31 menciona la actitud correcta de los hijos hacia una mujer virtuosa: “Se levantan sus hijos y le llaman: Bienaventurada” (ver.28).  Ese honor no es fácil de obtener, se consigue cuando se demuestra un buen carácter amoroso pero firme, y sobre todo una actitud de servicio.  Este carácter y actitud también proviene de hijos que han sido instruidos por un esposo amoroso, que pone a Dios en primer lugar y da el debido reconocimiento a la labor de su esposa, tal como lo dice Efesios 5:25: “Esposos, amen a sus esposas, así como también Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella”.

  1. Esposos y esposas, cada día deben renovar su compromiso de amar y respetar a sus cónyuges, con palabras amables y de afirmación, así como con acciones que demuestren que estiman y valoran sus palabras.
  2. El mejor regalo que pueden hacerle los padres y madres a sus hijos e hijas, es mostrar con sus vidas el carácter y las prioridades de Cristo.

HG/MD

“En esto conocerán todos que son mis discípulos: si tienen amor los unos por los otros” (Juan 13:35).