Lectura: Éxodo 15:1-21
Cuando escuchamos el nombre Antonio Stradivari (1644-1737), asociado a una conversación sobre instrumentos musicales, inevitablemente solemos pensar en violas, chelos, pero sobre todo en sus inigualables violines.
Los violines manufacturados por este hombre, se caracterizan por su extraordinaria artesanía y la claridad de su sonido, el costo puede rondar entre los 8 a 20 millones de dólares dependiendo de su estado.
Sin embargo, ni el nombre ni el sonido de estos magníficos instrumentos, merecen compararse con la obra del mejor de los artesanos, un nombre que es sobre todo nombre, este nombre y lo que implica ha inspirado a las mejores y más grandes melodías, como las que fueron entonadas por Moisés y el pueblo cuando fue liberado de la esclavitud (Éxodo 15:1-2).
Esta liberación de Egipto tan sólo fue una sombra de lo que Dios tenía preparado en su perfecto plan, ya que aproximadamente 1400 años después ese mismo Dios libertador vendría para vivir entre nosotros, y sobre todo para morir y resucitar por nosotros. Esto inspiró e inspira las más bellas melodías jamás ideadas, a través de ellas podemos recordar y agradecer el nombre de Aquel que pagó por nosotros el precio por nuestro pecado, mostrándonos cuánto nos ama. ¡Gracias Señor Jesús por todo!
- Cántale hoy a Jesús; aunque tu voz no sea la mejor lo que importa es que le estás cantando porque reconoces quién es Él, y por eso quieres alabarlo y adorarlo.
- Eres la obra maestra del maestro artesano, entonces vive conforme a ello y sé un instrumento de su amor.
HG/MD
“El Señor es mi fortaleza y mi canción; él ha sido mi salvación. ¡Este es mi Dios! Yo lo alabaré. ¡El Dios de mi padre! A él ensalzaré” (Éxodo 15:2).