Lectura: Juan 11:17-37

Una amiga cuya joven hija murió en un accidente automovilístico en mayo del 2005 me dijo: “Lloraba con facilidad antes del accidente de Natalie . . . ahora lloro todo el tiempo. Algunas veces, las lágrimas simplemente saltan”.

Cualquier persona que haya sufrido semejante tragedia personal tan intensa entiende a qué se refiere esta mujer.

¿Hay algo de malo en llorar? ¿O contamos con evidencia bíblica para sugerir que está bien llorar?

Jesús nos da la respuesta. Lázaro, un amigo íntimo Suyo, había muerto. Cuando Jesús llegó al hogar de las hermanas de Lázaro, ellas estaban rodeadas de amigos que habían venido para consolarlas. Jesús vio a María y a Marta y a sus amigos llorando la muerte de Lázaro, y Él también quedó abrumado. Al sufrir con ellos, “Jesús lloró” (Juan 11:35).

La tristeza, las lágrimas y el llanto por la muerte de alguien es algo común para todos en esta tierra -incluso a Jesús. Verle llorar nos enseña que está bien si las lágrimas “simplemente se saltan”. Y nos recuerda que la razón por las que las lágrimas de dolor quedarán extinguidas en la eternidad es que «ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor» (Ap. 21:4).

Cuando Dios enjugue los efectos del pecado, enjugará también la necesidad de lágrimas -una razón más para esperar la eternidad.

  1. ¡Sabes puedes llorar!
  2. Incluso llorar de felicidad que cuando regrese por nosotros el Salvador, Él lo prometió.

NPD/JDB