Lectura: Proverbios 16:27-32

Cuando el jefe de entrenadores de un equipo universitario de béisbol se jubiló, un cronista deportivo destacó una increíble estadística.  Aunque ganó 1466 juegos, 22 campeonatos y 2 títulos nacionales, pero lo más sobresaliente es que este entrenador nunca fue expulsado de un juego por un árbitro.  Un antiguo jugador describió a su entrenador como: “una leyenda, un ganador, pero sobretodo, un caballero, dentro y fuera del campo de juego”.

Este tributo me hizo detener y considerar mi propia conducta en el juego de la vida.  En medio de las presiones y las confrontaciones diarias, ¿cómo reacciono con las personas en casa, en palabras y acciones consecuentes con mi profesión de fe en Cristo?

Es evidente por las Escrituras que Dios da mucho valor al dominio propio: “Ser paciente es mejor que ser valiente; es mejor dominarse uno mismo que tomar una ciudad” (Prov.16:32-RVC).  Una persona paciente recibe más reconocimiento que un poderoso guerrero.  Una persona cuyo carácter está bajo control tiene más mérito que un héroe conquistador.

El fruto del Espíritu que aparece en Gálatas 5:22-23 tiene como una de sus características: la templanza, que podemos asociarla al dominio propio.  Esta cualidad nos capacita para conservar la compostura cuando ardemos de ira.   Y esa es una de las victorias más importantes que podríamos ganar.

  1. El que pierde la cabeza es el último en darse cuenta.

 

  1. Recuerda siempre: “Porque no nos ha dado Dios un espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.” (2 Timoteo 1:7 RVC)

NPD/DCM