Lectura: Juan 17:20-26

Ya se acercaba el día de Navidad y en un noticiario televisivo, este fue uno de los titulares: “¿Buena voluntad? ¿Paz? No en esta iglesia”. La nota periodística un tanto amarillista, hacía referencia a una iglesia en la cual la mitad de sus miembros no quería ninguna relación con sus otros hermanos y hermanas, de hecho, se sentaban en lados opuestos en la iglesia.  Todo había surgido por un diferendo de opiniones debido a la compra de un nuevo terreno para reubicar la iglesia, unos decían que no podían abandonar su vecindario por el testimonio, y los otros decían que la nueva ubicación quedaba a tan solo unos minutos del vecindario y tendrían más espacio para desarrollar sus ministerios.

Por supuesto, esas no pueden ser buenas noticias.  Nos duele cuando oímos que existen este tipo de divisiones en las iglesias locales, ya que no son de edificación y dan un muy mal testimonio a la comunidad.

Por otro lado, es una realidad que los noticieros suelen informar sobre lo malo, diferente, y poco común, casi nunca pierden su “valioso” tiempo presentando a su audiencia eventos ordinarios de la vida común.  Por ejemplo, por internet y redes sociales, leemos de inmediato cuando ocurre un accidente aéreo, pero muy pocas veces nos presentan las estadísticas de aterrizajes que ocurren con éxito segundo a segundo; vemos en estos medios a iglesias que se dividen por odios, pero nunca vemos las muchísimas otras que desarrollan su vida ministerial con amor y tranquilidad.

Un día antes de su crucifixión, el Señor oró para que sus seguidores fueran: “uno, así como tú, oh Padre, en mí y yo en ti, que también ellos lo sean en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste” (Juan 17:21).

Cuando esto sucede en nuestras iglesias locales, de seguro una noticia tan negativa no saldrá nunca en los titulares, pero sí estaremos llevando gozo al corazón de Dios, pues obedecemos una petición que realizó directamente el mismo Jesús.

  1. En estos días de reflexión, que el mundo pueda ver que el Príncipe de Paz (Isaías 9:6) ya vino a esta tierra, y que sus hijas e hijos muestran a otros el resultado de vivir en paz.
  2. En el huerto de Dios no hay lugar para el fruto de la discordia.

HG/MD

“Yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente unidos; para que el mundo conozca que tú me has enviado, y que los has amado como también a mí me has amado” (Juan 17:23).