Lectura: Juan 8:21-36

Algunas personas tienen el pensamiento de que son libres debido a que se divierten y hacen con su vida lo que les place.  En definitiva Dios no forma parte de sus vidas, ya que piensan que les arruinaría la libertad que poseen.

No obstante, analicemos la siguiente comparación: supongamos que un barco se está hundiendo y el capitán está al tanto de la situación, por lo cual envía una orden indicando que los pasajeros ubicados en clases inferiores, pueden acceder a la sección de primera clase y tomar todo lo que deseen, comer los mejores manjares, e inclusive; si quieren jugar un partido de fútbol en medio del comedor lo pueden hacer; en caso que algo se rompa no hay problema, ya que a fin de cuentas todo se encuentra incluido, todo es gratuito.  Imaginen como se sentirían los pasajeros que pagaron una fracción muy pequeña del costo, en comparación de aquellos quienes compraron el tiquete para primera clase, pensarían ¡somos verdaderamente afortunados!  Pese a ello, al poco tiempo se van a dar cuenta que el barco se está hundiendo.

Esta es la verdad del reino de las tinieblas.  La gente cree tener “libertad”: sexo, drogas, alcohol, todo lo que quieran, en el momento que lo deseen.  Y lo peor es que realmente están convencidos de que son dueños de sus destinos y sus pequeños reinos.  A la larga lo que ocurrirá es que este estilo de vida, motivado por el enemigo, destruirá sus vidas y los enviará al infierno.

Si quieres disfrutar de verdadera libertad, debes buscar a Cristo.  Sólo con Él somos capaces de encontrar el verdadero propósito para el cual fuimos creados.  Si entendemos que sus restricciones son para que vivamos mejor, empezaremos a entender la verdadera libertad que sólo Dios nos puede dar.

  1. Si quieres tener la libertad que te ofrece Jesús, acéptalo hoy mismo como tu Salvador y Señor.
  1. Cuando nos rendimos a Cristo somos verdaderamente libres.

HG/MD

“Y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres” Juan 8:32