Lectura: Salmos 103:1-22

¿Alguna vez te has preguntado cuán lejos está el este del oeste?  Piensa un poco más, ¿dónde termina el este y empieza el oeste?  Un lema estatal muy común en los estados donde se siembra maíz, es el siguiente: “Donde comienza el oeste y crece el maíz más alto”.  Puede ser que la última parte del lema sea verdad, pero es bastante impreciso afirmar la primera.

En realidad, nadie sabe dónde comienza el oeste y dónde termina.  Todo es cuestión de puntos de vista y de la ubicación geográfica del lugar donde nos encontremos.

Si estuviera en la ciudad de Nueva York y quisiera viajar hacia el oeste, posiblemente conduciría hasta llegar a California. Y si quisiera seguir viajando hacia el oeste, cuando me encontrara allí, tendría que viajar por el océano Pacífico con dirección a Filipinas; si continuara mi viaje imaginario siempre hacia el oeste, me encontraría con China y posteriormente con Europa y el océano Atlántico.  Finalmente, si continuara viajando hacia el oeste, terminaría de nuevo en Nueva York.  Entonces, ¿cuántos kilómetros tengo que viajar hacia el oeste para poder encontrarme con el este?  Eso no se puede medir.

Alguien le preguntó a una creyente anciana, ¿Alguna vez la molesta el diablo con sus pecados pasados?  Ella inmediatamente contestó: ¡Sí, por supuesto!” Cuando le preguntaron qué hacía cuando esto pasaba, ella contestó: “Muy sencillo, le digo que se vaya al oeste”.  “¿Y qué hace si regresa?” le preguntaron: “Lo mando al este, y si sigue molestando, lo mantengo yendo de este a oeste”.

  1. Debemos regocijarnos como creyentes, porque nuestros pecados están fuera del alcance de hombres y demonios, debido a que Jesús murió, resucitó y envió nuestras rebeliones “Tan lejos como está el oriente del occidente” (Salmos 103:12).
  2. Cuando Dios nos salvó, nuestros pecados fueron perdonados y olvidados para siempre.

HG/MD

“Tan lejos como está el oriente del occidente así hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones” (Salmos 103:12).