Lectura: Mateo 21:1-11
Nunca podemos exagerar la grandeza de Cristo. Como la persona de preeminencia en la historia, Él es digno de nuestro amor y nuestra alabanza. En su famoso libro The Pursuit of God (La Búsqueda de Dios), A.W. Tozer le rindió tributo a Frederick Faber, el inglés que escribió el cántico «Faith of Our Fathers» (La Fe de Nuestros Padres»). Tozer dijo: «Su amor por la persona de Cristo era tan intenso que amenazaba con consumirlo; ardía dentro de él… y fluía de sus labios como oro fundido. En uno de sus sermones dijo: `Dondequiera que nos volvamos en la iglesia de Dios, Jesús está allí. Él es el comienzo, el medio y el final de todo para nosotros … No hay nada bueno, nada santo, nada bello, nada gozoso que Él no sea para Sus siervos …
Nadie tiene que ser abatido, por cuanto Jesús es el gozo del cielo, y es Su gozo entrar en los corazones apesadumbrados. Podemos exagerar en muchas cosas, pero nunca podemos exagerar nuestra obligación para con Jesús, o la compasiva abundancia del amor de Jesús hacia nosotros. Podríamos hablar de Jesús durante todas nuestras vidas y, sin embargo, nunca debemos dar por terminado todo lo dulce que se podría decir de Él´»
En este próximo domingo, levantemos alegres hosannas de alabanza al Rey de reyes. Jesús merece nuestra adoración amorosa. ¡Verdaderamente Él es el Preeminente!
1. ¿Cuáles profecías mesiánicas se cumplieron en Su extraña entrada a Jerusalén con Sus discípulos galileos? ¿Por qué desafiaron Su autoridad? ¿Cómo se defendió hábilmente?
2. ¿Cuándo fue la última vez que le dijiste que amabas al Señor, por qué en ocasiones nos resulta incómodo mostrar nuestro afecto hacia Dios?
3. ¿Qué te dice del carácter del Señor su entrada triunfal en su pollino?