Mártires de la fe

Nijole Sadunaite – Lituania – Años 90’s

La atmósfera era sombría, casi cruel. El tribunal de Lituania se estaba reuniendo a fin de dictar sentencia a Nijole Sadunaite, Su «crimen» como el de muchos otros, era sólo ser cristiana en un país comunista.

Entonces el juez le ofreció una última oportunidad de hablar. Esperaba con ansías que la joven mujer rogara entre lágrimas pidiendo misericordia. Hasta quizá que renunciara a su absurda fe en Dios. Sin embargo, se iba a llevar una sorpresa.

No hubo lágrimas de Nijole. Su rostro estaba radiante y una bella sonrisa comenzó a formarse. Sus ojos se mantenían cálidos, aun para su acusadores.

«Este es el día más feliz de mi vida» dijo la condenada. «Me juzgan por la causa de la verdad y el amor hacia las personas».

Ahora todos los ojos en el tribunal estaba fijos en ella. «Tengo un destino envidiable, un destino glorioso. Mi condena aquí en el tribunal será mi triunfo supremo».

La pasión en su era era inconfundible. «Solo siento que he hecho muy poco por los hombres. Amémonos los unos a los otros, y todos seremos felices. Sólo el que no ama estará triste.»

Quito su atención del juez y miro con fijeza a los ojos de otros creyentes que observaban el juicio. «Debemos censurar la maldad, pero debemos amar al prójimo, aun a aquel que está errado. Esto solo lo pueden aprender en la escuela de Jesús.

Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para su alma

Mateo 11:29

Cuando vayamos a aprender sombre los perseguidos por causa de la fe, por favor tome notas.

Desde la seguridad relativa de nuestros hogares y comunidades, leemos historias de mártires de fe, como las que acabamos de leer. Incluso quizás nos entrecomes mientras leemos sus relatos. Sin embargo, ¿estamos listos para matricularnos en la escuela de Jesús? ¿Estamos listos para estudiar hombro a hombro con los que han transitado por el camino solitario de la opresión? Debemos aplicar lo que aprendemos de ellos acerca de la fe, el amor, la santidad y la resistencia. Sólo cuando nos identificamos con los sufrimientos de Jesús a través de las experiencias de otros podemos en verdad llamarnos cristianos, que significa «Cristos en pequeño». Sólo en ese momento estaremos preparados para pasar el examen.

Tomado de: Devoción Extrema, la Voz de los Mártires, pag.69