Lectura: Isaías 53:1-12

Un hábito muy extendido en nuestra cultura, es expresar nuestros sentimientos a través de regalos o de recordatorios; por ejemplo, expresamos nuestro cariño y amor, al llevar nuestros presentes cuando una persona celebra su cumpleaños, se casa, o cuando queremos expresarle nuestro cariño a esa persona especial.

Pero también, esa forma de expresar nuestro aprecio se extiende a las personas que sufren; por ejemplo, cuando animamos a una persona que está enferma, o cuando alguien está triste y le enviamos palabras de ánimo, lo visitamos o lo llamamos; asimismo cuando le llevamos flores o un presente a una familia cuando muere un ser querido.  Es normal también llevar presentes a un memorial, como, por ejemplo, cuando pasa una tragedia en una escuela, o cuando hay muchas personas que mueren a causa de un accidente.

Todos los que hemos experimentado pérdidas en nuestra vida, muchas veces llevamos ese dolor por varios años, luchamos contra el vacío que crea la ausencia de esas personas especiales, y en ocasiones se nos hace complicado seguir con nuestra vida, es en esos momentos cuando preguntamos: ¿En quién podemos depositar nuestras tristezas y encontrar la recuperación para las heridas que nos causan los hechos dolorosos de la vida?

La respuesta la encontramos en Isaías 53; este poderoso capítulo de la Biblia, dice sobre el Mesías (Jesús): “él llevó nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores…Pero él fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestros pecados. El castigo que nos trajo paz fue sobre él, y por sus heridas fuimos nosotros sanados” (v.4-5).

Cuando Jesús vino a nuestras vidas como Salvador y Señor, además de quitar el castigo del pecado que era la muerte, y al entender esto en toda su amplitud, no es necesario que sigamos tratando de soportar solos el dolor de la vida, lo tenemos a Él que está ahí para cargar junto con nosotros la carga, haciéndola más llevadera.

  1. Si así lo queremos podemos llevar nuestros dolores solos, pero esto no tiene sentido, Jesús está ahí para darnos Su paz.  “Que el Dios de esperanza los llene de todo gozo y paz en el creer, para que abunden en la esperanza por el poder del Espíritu Santo” (Romanos 15:13).
  • Lleva tu dolor a Jesús.

HG/MD

“La paz les dejo, mi paz les doy. No como el mundo la da yo se la doy a ustedes. No se turbe su corazón ni tenga miedo” (Juan 14:27).