Lectura: Salmo 42:1-11

Una familia estaba pasando un día de diversión en un parque público, que tenía dentro de sus atracciones un hermoso lago lleno de peces y aves que se posaban en sus tranquilas aguas.

Repentinamente y sin que nadie se percatara, una pequeña de cuatro años salió corriendo detrás de un pato que rápidamente buscó la seguridad en las aguas del lago, la niña al ver esto, quiso ir tras el ave sin darse cuenta del peligro que corría, y por supuesto, se hundió en las aguas.

Otras familias que estaban disfrutando aquel día soleado, comenzaron a escuchar el chapoteo de la niña, y por sus gritos desesperados, de repente un buen samaritano se lanzó al lago sin importar que tuviera su ropa y calzado, definitivamente rescató a la niña de una muerte segura. Cuando por fin estuvo a salvo, su madre se acercó a donde estaba el hombre con la niña, y le dijo enojada: “¿y la muñeca que tenía mi niña dónde está?”

Aunque esta historia es ficticia, nos ayuda a entender que muchas veces tendemos a preocuparnos por decepciones insignificantes que nos hacen quejarnos sin sentido, en lugar de concentrarnos en las cosas maravillosas que Dios ha provisto durante nuestra vida, entre ellas su cuidado, amor y salvación.  Cuando nos quejamos por las pequeñas insatisfacciones de la vida, es como si estuviéramos diciendo: “¿y la muñeca que tenía mi niña dónde está?”, en lugar de agradecer por todas las bendiciones recibidas, como lo es la vida misma.

El apóstol Pablo nos aconseja practicar esta sencilla pero poderosa acción: “Den gracias en todo” (1 Tesalonicenses 5:18).  Sabemos por supuesto que es muy difícil y complicado ser agradecido cuando las cosas no salen como deseamos, por ejemplo: perdemos el trabajo, nuestra salud se complica o salimos mal en una tarea.  Sin embargo, a pesar de que las circunstancias no parezcan estar a nuestro favor, debemos recordar cuánto hemos recibido comparado con cuánto deseamos tener.

  1. Agradecer siempre será más difícil que quejarse, así que el desafío es tener una actitud de agradecimiento continuamente.
  2. Hemos sido bendecidos inmerecidamente con tanto, y lo principal es nuestra salvación.

HG/MD

“Den gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para ustedes en Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses 5:18).