Lectura: Colosenses 3:12-17

“¿Ministro, dónde están las copias del boletín para este día?”, fueron las palabras pronunciadas por un feligrés en un tono de regaño, casi con ira.  El boletín del servicio se acostumbraba colocar en un estante a la entrada de la iglesia, pero ese domingo no estaba ahí, y esto era lo que había enojado al hombre.  Aunque no era la responsabilidad del ministro colocarlo en ese lugar, se sintió terriblemente mal por la manera en que este miembro de la congregación lo había reprendido sin razón.

Al escuchar este tipo de cosas, no puedo dejar de pensar en la ironía de la situación. La intención de tener boletines con anuncios, y en algunos casos devocionales, lecturas bíblicas o la estructura del mensaje, es alentar el crecimiento cristiano.   No obstante, este tipo de herramientas, aunque son muy buenas en sí mismas, jamás deben ser un fin.  La Palabra de Dios no tiene sustitutos.  “Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil para la enseñanza, para la reprensión, para la corrección, para la instrucción en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente capacitado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16-17).

Este tipo de materiales debe ser un complemento de nuestro estudio de las Escrituras que pueden facilitarnos el estudio, la devoción, la oración y la adoración; estas herramientas son medios para llegar a ser más a la imagen de Cristo, más piadosos, más guiados por el Espíritu. Pero la lectura de las Escrituras es primaria, y debe influir en nuestro carácter y prioridades, tal como leemos: “…como escogidos de Dios, santos y amados, vístanse de profunda compasión, de benignidad, de humildad, de mansedumbre y de paciencia” (Colosenses 3:12).

  1. Los hábitos espirituales como las lecturas devocionales, deben llevarnos a que: “La palabra de Cristo habite abundantemente en ustedes” (Colosenses 3:16).
  2. Cuando el estudio de la Palabra de Dios se incorpora a nuestra vida diariamente, suceden cambios en nuestros dichos y hechos.

HG/MD

“La palabra de Cristo habite abundantemente en ustedes, enseñándose y amonestándose los unos a los otros en toda sabiduría con salmos, himnos y canciones espirituales, cantando con gracia a Dios en su corazón” (Colosenses 3:16).