Lectura: Mateo 7:13-23

Caminábamos por el agitado centro de una de las grandes ciudades, maravillados ante las concurridas aceras. Parecía que no quedaba lugar para moverse en medio de la aglomeración humana, y daba la impresión de que todos iban a la máxima velocidad posible.

De repente, en medio de toda aquella marea de personas y casi como un murmullo se escuchaba la dulce melodía de una guitarra que tocaba una canción que me era conocida, al afinar el oído, comprendí que era una canción que cantábamos normalmente en la iglesia.  La multitud en su acerado ritmo ignoraba al músico y a la melodía.  Pero, aun así, el hombre continuaba tocando y cantando, entregando el amor de Dios por medio de aquel instrumento y su voz.

Por un momento me detuve a escuchar y pensar que aquello era un excelente ejemplo de una parábola moderna, la música parecía ser una invitación a seguir a Cristo; tal como sucede con el mensaje del evangelio, al que algunos ignoran siguiendo el camino amplio de la perdición, y otros se detienen a escuchar y entender la gracia de Dios tomando el camino estrecho, tal como Jesús nos dijo: “Entren por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella.  Pero ¡qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y son pocos los que la hallan” (Mateo 7:13-14).

  1. Detente y escucha la dulce melodía del mensaje del amor de Dios que encontramos en su Palabra viva.
  2. Su gracia es tan sublime que aun entre el bullicio podemos escucharla.

HG/MD

“Por esto, la fe es por el oír, y el oír por la palabra de Cristo” (Romanos 10:17).