Lectura: Salmos 104:10-24

Vivimos en un mundo frenético y acelerado. Todos los días hay anuncios de nuevos dispositivos tecnológicos y de nuevas opciones para entretenerse o aprender algo que ayer no sabíamos, algo que hoy necesitamos saber.

Y en esa carrera muchas veces literalmente nos vemos absorbidos por reuniones, llamadas, redes sociales, compromisos o noticias.

Debo reconocer que también soy parte de ese grupo de personas que normalmente está llena de cosas por hacer, pero un día decidí que de vez en cuando iba a proponerme hacer algo diferente, en mi caso me gusta mucho la jardinería, entonces le dedico algunas horas a este pasatiempo, y cuando lo practico puedo ver el color de las flores, sus aromas, disfruto del sol, las nubes y la suave brisa que golpea mi rostro.  En resumen, cuando hago esto disfruto de todo cuanto Dios ha hecho.

Cuando desaceleramos podemos ver el paisaje que nos estábamos perdiendo por ir demasiado rápido.  El escritor del Salmo 104, también se sintió maravillado y rendido ante la inmensidad de las obras de nuestro gran Dios, dijo: “del fruto de tus obras se sacia la tierra” (v.13).  Es por ello que, en medio de esta vida tan ajetreada, debemos tener tiempos a solas con Dios, un momento de quietud para reconocer su increíble presencia.

  1. Detente por un minuto y reconoce el poder de nuestro Dios.
  2. Te alabo Señor por dejarme ser parte de tu creación y ser parte de tu plan para ella.

HG/MD

“¡Cuán numerosas son tus obras, oh Señor! A todas las hiciste con sabiduría; la tierra está llena de tus criaturas” (Salmos 104:24).