Lectura: Gálatas 1:3-10
Las ciudades de San Francisco y Nueva York usan peces de agallas azules para verificar la presencia de toxinas en el suministro de agua, ya que este podría ser el blanco de un ataque terrorista. Colocan una pequeña cantidad de estos peces en un tanque, en el fondo de algunas plantas potabilizadoras, porque son sensibles a los desequilibrios químicos del medio ambiente. Cuando hay una alteración en el agua, los peces reaccionan y contraatacan.
Tal como estos peces de agallas azules, Pablo quería que los gálatas se cuidaran de cualquier alteración tóxica en el «evangelio verdadero» que se estaba predicando y que reaccionaran contra ello. La toxina se refería al falso principio de que Dios aceptaba a las personas y las consideraba justas en base a la obediencia a una serie de reglamentos (en especial, la circuncisión y las leyes alimenticias). En resumen, aparte de la fe en Jesús, era necesario obedecer la ley. Esta falsa doctrina era una alteración tóxica de la verdad, y a los gálatas se les dijo que reaccionaran enérgicamente en contra de eso. Pablo dijo que cualquiera que predicara un evangelio que no se basara en la gracia por medio de la fe en Cristo sería anatema (maldito) (Gálatas 1:8-9).
Estudiemos fielmente las Escrituras para poder detectar las toxinas de la enseñanza falsa y proclamar la verdad de la maravillosa salvación que Dios da por medio de la fe en Jesús.
1. La única manera de reconocer lo falso es si conoces la verdad. ¿Cuán bien conoces lo que crees?
2. Esta semana trata de subir tu tiempo de lectura bíblica en 5 minutos, ¿qué te parece?
NPD/MW