Lectura: Salmos 81:6-10

Era un día de lluvia como otros, de repente desde el cielo, bajó cual flash inesperado desplegando su luz fulgurante, un rayo que segundos después fue seguido por el fuerte y rotundo resonar del trueno, chocando contra todas las superficies y haciendo temblar las ventanas de las casas. Los animales buscaron refugio mientras yo me debatía entre el asombro y el temor.

El ejemplo de este tipo de tormentas, nos debe recordar lo descrito por el salmista al comparar la respuesta de Dios a su pueblo con “lo oculto del trueno” (Salmo 81:7).  Israel había clamado a su Señor en la esclavitud, desde los montones de paja que alimentaban los hornos de Egipto (Éxodo 2:23-25).  Esa salvación vino con el tiempo, y fue conquistada en medio de truenos y plagas (Éxodo 9:13-34).

Otro salmo nos cuenta de la tormenta que cubrió a Israel mientras cruzaba el Mar Rojo (Salmos 77:16-20).  Ese trueno de la voz de Dios, significó la ruina para los ejércitos de Faraón y la salvación esperada para Israel.  En cada trueno resonaba la voz de Dios, consolando y animando a sus hijos a seguir adelante.

En tiempos de Jesús también resonó una voz como un trueno: “…Entonces vino una voz del cielo: ¡Ya lo he glorificado y lo glorificaré otra vez! La multitud que estaba presente y escuchó decía que había sido un trueno…” (Juan 12:28-29).

  1. Si te encuentras en problemas, clama a Dios en tu angustia. Puede que no escuches una voz que te hable como la de un trueno, pero puedes estar seguro que la voz del cielo retumbará en tu corazón con palabras de consuelo y te librará de tus temores, Él te mostrará que lo que estás pasando es temporal (Romanos 5:3-6; 2 Corintios 5:1).
  2. Los que confiamos en Dios encontramos consuelo en su poder.

HG/MD

“Clamaste en la calamidad, y yo te libré.  Te respondí en lo oculto del trueno…” (Salmos 81:7).