Lectura: Génesis 33:1-11

Recuerdo un pequeño drama o sketch que presentaron los jóvenes de la iglesia, el cual tenía como tema central el perdón.

Se trataba de una persona que había sido ofendida por otra, a estas dos personas las ataban espalda con espalda y la única forma de liberarse era que uno de ellos desatara al otro.  El mensaje era directo y simple, sin el perdón representado por el acto de desatar la cuerda, no se podían liberar de la situación en la que se encontraban.

Brindar el perdón a otra persona debido a una ofensa recibida, es un proceso en el que finalmente ambas personas se liberan de la amargura y el dolor.

En nuestra lectura en el libro del Génesis, nos encontramos con dos hermanos quienes habían estado separados por 20 años, luego de que el hermano menor Jacob le robara a su hermano Esaú la bendición de su padre Isaac.

Pasado este largo periodo, Dios le indicó a Jacob que debía volver a su tierra (Génesis 31:31) y él obedeció; pero, la ansiedad lo estaba atormentando y decidió enviarle a su hermano Esaú un rebaño como forma de regalo (32:13-15).

Cuando por fin llegó el momento del encuentro, Jacob se postró 7 veces humildemente ante su hermano (33:3).  Sin embargo, Jacob nunca esperó la respuesta de Esaú quien corrió a abrazarlo, y así, con lágrimas que recorrían ambos rostros, por fin llegó la reconciliación y el perdón (33:4).  El pecado que había cometido contra Dios y su hermano por fin había sido liberado, y la cuerda que los ataba por fin había desaparecido.

  1. No seas prisionero del odio, de la falta de perdón o de la vergüenza, Dios por medio de Jesús puede liberarte, Él te liberará de las cuerdas que atan tu mente y corazón, y te hará libre.
  2. Hoy es un buen día para liberarte de las amarras de la venganza; perdona, sé libre.

HG/MD

“Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores” (Mateo 6:12).