Lectura: Filipenses 4:1-9

Cada vez es más común que las universidades del mundo entero creen un curso dirigido a la resolución de conflictos.  Estas habilidades son muy apetecidas por las empresas que buscan alentar a las personas a hacer uso de la mediación y el arbitraje, más que de las luchas internas que pueden llegar a lo físico, o que por malas decisiones de una persona pueden tener repercusiones de índole legal para resolver diferencias.

Por supuesto, como seguidores de Cristo no somos inmunes a los conflictos, y es por ello que necesitamos aprender a resolver nuestros desacuerdos de maneras que honren al Señor.

Por desgracia, se dice que los conflictos en las iglesias son de las cosas más abrumadoras que puedan existir porque sacan lo peor de las personas, y lo peor de todo es que estas situaciones se dan entre personas que profesan una fe “basada en la unidad y el amor”. Muchos creyentes han quedado tan heridos por algún otro creyente, que se alejan de la iglesia y jamás regresan.

En las Escrituras se menciona el conflicto que experimentaron dos creyentes llamadas Evodia y Síntique, y cómo el apóstol Pablo las desafía a resolver sus diferencias: “que se pongan de acuerdo en el Señor” (Filipenses 4:2).  Eso sí, en lugar de dejarlas solas para que arreglasen su disputa, Pablo apeló a un compañero fiel del cual no se nos da el nombre, algunos dicen que ese era su nombre “compañero fiel” (Sízigo en griego, que hace referencia a la imagen de dos bueyes conectados por un yugo que transportan la misma carga), junto a Clemente y otros colaboradores, para que les ayudaran a resolver el conflicto que vivían (v.3).  Aprovechando este contexto, Pablo también insta a la iglesia en Filipos a llevar sus peticiones y acciones de gracias delante de Dios, ya que haciendo esto la paz de Dios vendría a sus vidas (v.6-7).

  1. Los creyentes con conflictos en las iglesias, son la responsabilidad de las iglesias.
  2. Aun en medio de conflictos y diferencias, podemos buscar el espacio para alentarnos unos a otros, escucharnos y orar.

HG/MD

“Si es posible, en cuanto dependa de ustedes, tengan paz con todos los hombres” (Romanos 12:18).