Lectura: Salmos 23:1-6

En su libro “Banda de hermanos” el autor Stephen Ambrose (1936-2002), nos cuenta la historia de una compañía del ejército norteamericano desde su entrenamiento en Georgia, Estados Unidos, hasta la invasión de Normandía, en el Día D (6 de junio de 1944), y por último, hasta el final de la Segunda Guerra Mundial en Europa.

En la trama del libro, el personaje Richard Winters lidera esa compañía. Era un oficial particularmente bueno porque iba al frente del grupo. Su expresión más habitual durante el combate era: “¡Síganme!”. Tal vez otros oficiales buscaban la seguridad de la zona de retaguardia, pero si los hombres de Winters entraban en combate, él iba adelante.

Este ejemplo es comparable al nuestro como creyentes; sabemos que Jesús es el único verdadero líder de sus hijos e hijas. Él sabe qué necesitamos y dónde somos más vulnerables.

El Salmo 23 nos muestra tan sólo algunos matices de su liderazgo, por ejemplo, en el v. 2, David expresa que como Pastor hará lo siguiente por los suyos: “junto a aguas tranquilas me conduce”, y en el v. 3, agrega: “me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre”. Estas ideas paralelas revelan por qué su cuidado es tan completo. Ya sea que se trate de momentos de refrigerio o renovación (“aguas tranquilas”), o de etapas para hacer lo que le agrada al Señor (“sendas de justicia”), podemos seguirlo.

  1. Mi Señor conoce el camino a través del desierto, lo único que tienes que hacer es seguirlo.
  2. Cuando lo sigues, siempre puedes tener la seguridad de que Él irá delante de ti.

HG/MD

“El Señor es mi pastor; nada me faltará” (Salmos 23:1).