Lectura: Ezequiel 3:16-21

Vivimos en un mundo lleno de advertencias, los comerciantes se han vuelto muy cautelosos cuando le ofrecen un producto al público, todo con el objetivo de librarse de una demanda legal cuando un producto es mal utilizado o le causa daño a un cliente.  Es por ello que no escatiman esfuerzos al colocar etiquetas grandes y de colores llamativos en sus artículos.

Por ejemplo, un traje de super héroe para un niño, luce advertencias como las siguientes: “Padres por favor tener cuidado.  ESTO ES SOLAMENTE UN JUGUETE.  La máscara y el traje NO protegen y la capa NO capacita al usuario para volar”.

Algunos expertos dicen que en la actualidad hay tantas advertencias en los artículos que se venden en las tiendas, que ya han perdido su efectividad.

Aunque este tipo de advertencias pueden caer en oídos sordos, la Palabra de Dios señala la importancia de prestar atención a las advertencias de Dios.  En nuestra lectura devocional en el libro de Ezequiel 3, el profeta hace una advertencia no sólo a la persona que la recibe, sino también a sí mismo (Ezequiel 3:16-21).

Las palabras de Dios deben tomarse en serio, tal como lo indica el apóstol Pablo en Efesios 4:30 “Y no entristezcan al Espíritu Santo de Dios en quien fueron sellados para el día de la redención”; y en 1 Tesalonicenses 5:22: “Apártense de toda apariencia de mal”. Jesús también hizo muchas advertencias, por ejemplo, contra el adulterio y la lujuria (Mateo 5:27-28) y contra juzgar a los demás con orgullo (Mateo 7:1-5).

  1. En estos días vivimos con advertencias de salud que son para nuestro bienestar, y la mayoría las sigue, ¡cuánto más importantes son las advertencias provenientes de Dios mismo, quien nos indica cómo debemos cuidarnos y qué debemos evitar! Debemos tomar muy en serio sus advertencias.
  2. Las advertencias de Dios son para protegernos, no para castigarnos.

HG/MD

 “Apártense de toda apariencia de mal” (1 Tesalonicenses 5:22).