Lecturas: Mateo 23:1-7; Marcos 12:38-40; Lucas 20:45-47.

El Señor hace una advertencia muy fuerte a la gente y a sus discípulos acerca de los líderes religiosos que habían tenido la responsabilidad de guiarles por los caminos de Dios.

A los maestros de la ley y los fariseos se les había concedido el gran privilegio de interpretar la ley para su pueblo (Deut.17:9), entonces en la medida en la que sus enseñanzas estuvieran de acuerdo con las escrituras, debían seguirlas.   Sin embargo, el problema eran sus obras, ya que no había concordancia entre lo que decían y hacían, habían fallado enormemente al añadir reglas y tradiciones humanas adicionales a lo revelado en las escrituras (Mat.15:3-9).

Eran culpables de poner cargas insoportables a otros, que ellos mismos no estaban dispuestos a llevar, eran estafadores de viudas, pues muchas veces actuaban como administradores de los bienes de ellas, convenciéndolas de dar mucho al “templo” o a su “trabajo” como escribas, eran culpables de orgullo y jactancia; usaban filacterias, que eran cuatro tiritas de cuero en las que escribían Éx. 13:2–11; 13:11–16; Deut. 6:4–9;  11:13–21, y las que metían en pequeñas cajas de cuero que sujetaban a su cabeza con tiras de cuero, alrededor de la frente, también en algunos casos hacían una caja igual, la cual sujetaban a la mano (Deut.6:8).

Usaban también flecos en sus vestidos, que terminaban con un cordón color azul (Núm. 15:37–40), con el fin de recordar los mandamientos y ponerlos por obra. Pero ellos los alargaban para que se vieran más; hay que recordar que el Señor mismo usó este tipo de aditamentos (Mateo 9:20; 14:36).

Eran culpables de creerse superiores a otros, adoraban los lugares de honor, los reconocimientos en las plazas y sobre todo que la gente les dijera Rabí (Maestro), pero no eran maestros de la Palabra, eran maestros de la soberbia y de la auto-adulación.

  1. Es muy sencillo caer en creer que somos superiores, que los demás deben ver nuestros méritos y alabarnos; cuidado, el Único que merece honor y gloria en nuestro Dios.
  2. Al orgullo le sigue la destrucción; a la altanería, el fracaso. (Prov.16:18)

MD/HG

Jesús: Enseña a tener cuidado.  “Al orgullo le sigue la destrucción; a la altanería, el fracaso” Prov.16:18

Este devocional forma parte del estudio anual cronológico de la vida de Jesús: La Vida de Jesús, el cual llega a ustedes en alianza con Sonlife Classic.