Lectura: Hebreos 10:32-39
Luego de un terrible incendio que destruyó muchos hogares, pero que gracias a Dios no provocó pérdidas humanas, un periodista se dio a la tarea de dar seguimiento a las familias afectadas y descubrió cómo estaban recuperándose de un golpe tan grande en sus vidas.
Para su sorpresa la gran mayoría en lugar de enfocarse en lo que habían perdido, decidieron orientarse en lo que no perdieron.
Había historias de personas que recibieron llamadas de familiares con quienes hacía mucho tiempo no hablaban, se empezó a desarrollar un sentido más profundo de comunidad y formaron grupos de apoyo y contactos que les permitieron empezar a reedificar sus casas o encontrar otros lugares para vivir. Así que se dieron cuenta de que los vecinos, amigos y demás residentes del lugar, eran mucho más valiosos que los bienes materiales perdidos en este triste suceso.
El autor de Hebreos les solicitó a los creyentes del siglo I que no olvidaran la valentía con que habían soportado la persecución al principio de su vida cristiana. Los animó a mantenerse firmes frente a los insultos y la opresión, resistiendo codo a codo con los otros creyentes (Hebreos 10:32-33).
No se enfocaron en lo que habían perdido, sino en la esperanza eterna que nadie podría quitarles: “…con gozo padecieron al ser despojados de sus bienes, sabiendo que ustedes mismos tienen una posesión superior y perdurable” (Hebreos 10:34).
- Al concentrarnos en el Señor y en todas las bendiciones que Él nos ha brindado, aun nuestras posesiones más valiosas parecen insignificantes.
- En la iglesia tenemos una familia espiritual a la cual podemos recurrir cuando estamos pasando por momentos difíciles.
HG/MD
“Porque donde esté tu tesoro, allí también estará tu corazón” (Mateo 6:21).
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